El desarrollo de la persona a lo largo de su vida, muy particularmente desde la primerísima
infancia - la protoinfancia- implica un proceso de organización progresiva y de complejización
creciente de las funciones biológicas y psicosociales.
Comprendemos el desarrollo como el conjunto de transformaciones internas que permiten al
sujeto la adquisición de las competencias necesarias para ejercer progresivamente actitudes
cada vez más autónomas.
El desarrollo constituye también el camino que parte de una sensorialidad, una sensibilidad y
una motricidad predominantemente dispersas, disgregadas, fragmentadas en su inicio, a la
construcción del sentimiento de unidad, de continuidad y de cohesión de sí mismo, la
constitución del Yo y las raíces de la identidad.
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